Viernes 20
El día y su ritual de arranque, café con leche, pan con tomate, enciendo la tele, las cifras siguen escalando, los número se acercan a la peor previsión. El presidente nos dijo que alcanzaríamos los 10.000 casos esta semana y superaremos los 20.000. Madrid es la ciudad más afectada, pero somos sólo la foto con tres días de adelanto sobre lo que previsiblemente pasará en otras ciudades, quizás no en todos, no perdais el tiempo, cada semana ganada son miles de casos menos.
Tomo mi ducha, despacio. Desde hace muchos años vivo el rito de sentir que con el agua caliente que tenemos el privilegio de disfrutar, un motivo para la alabanza, se van las penas, el jabón con el que me froto disuelve los malos augurios, esa anticipación de lo que puede pasar que es la salvaguarda y la tortura de nuestra especie, el champú que me arranca las ideas negativas y se las lleva, me seco con la toalla caliente del toallero, otro motivo de alabanza, y me afeito, me peino, me visto con ropa nueva, otro motivo de alabanza, y salgo al pasillo, que en estos días es como salir al mundo.
Empiezo a trabajar y el milagro de la red de redes me abre al mundo, me permite hablar con los seres queridos, escribir mis temores y mis esperanzas, y agradezco a los científicos que la hicieron posible, recuerdo a Turing que no pudo verla, a Bill Gates y los locos del garaje, al visionario Jobbs cuando decía al preguntarle qué estaba haciendo Apple "Estamos preparando algo sin lo que los hombres no podrán vivir, pero todavía no lo saben", y nació el iPhone. Empieza el día al mando de un ordenador normal, con un teléfono móvil como antena del mundo, millones de veces más potentes que el ordenador que llevó al hombre a la luna, ese ordenador que ocupaba salas y salas, sin olvidar a Katherine Johnson, la matemática que revisaba los datos y sin cuyo visto bueno a miles de hojas cálculo el proyecto Apolo no daba la llave de arranque.
Reviso el correo, muchas preguntas preocupadas, mails de personas, estudiantes de master que quieren hacer algo. Espero que ese voluntariado se canalice. Pienso en hacer los seminarios para los estudiantes, pero no me da tiempo a nada. Sigo un seminario con la Academia de Ciencias China por encargo de la directora, nada muy novedoso pero datos interesantes, el mundo es una red de todo, de ciencia, de solidaridad, de gilipollas también, de cretinos que alimentan bulos y conspiraciones, pero quedemosnos con que la red existe y nos permite hablar y compartir lo mejor de nosotros.
Reunión con el grupo de lucha anti-bulos que estamos creando por mandato de nuestra directora Raquel Yotti. Nos conectamos todos con algún problema técnico pero como siempre hay entusiasmo entre los grandes profesionales. Discutimos las estrategias de búsqueda y comunicación, doce cerebros maquinando juntos contra el lado oscuro, no hay nada más estimulante.
Una pausa para preparar la comida a mi compañera que regresa con ánimo de derrota pero nunca vencida. Vemos alguna serie juntos.
Por la tarde recopilo información, redacto informes, leo y estudio, escribo el libro que estoy preparando.
Aplaudimos a las 8 con todos los vecinos, la cena del viernes, otro rito perdido, nos gustaba ir a cenar juntos a nuestra tasca favorita del barrio, beber un buen vino blanco, chupito de postre y largas conversaciones para abrir el fin de semana de descanso. Ahora lo hacemos en casa, preparo una cena rica, ensalada de tomate raft y pollo al curry con arroz y una naranja navel, vino blanco de Godello. Vemos una serie, mi amiga se duerme, está cansada, no se encuentra bien, dormimos.
Sábado 21.
Mi chica se despierta mal, dolores musculares, fiebre no muy alta, dolor de garganta. Decidimos iniciar el aislamiento dentro de casa hasta que tenga el diagnóstio. Me equipo con mi uniforme "Nivel bioseguridad 3 casero de la señorita Pepis", lavo la ropa, limpio la casa, distribuimos las habitaciones, se inicia otra etapa.
Es imposible parar un virus respiratorio me digo muchas veces. Los chinos lo han conseguido me riñe mi pepito grillo particular. Hablo con mis hijos, luego lo contamos en el chat de la familia.
Día de organización, adaptarse a las nuevas rutinas, la casa se adapta bien a ser dos casas.
Envío noticias del Instituto a INVESTOPI, la asociación de científicos tocapelotas que luchamos por una mejor ciencia en este país y que hemos cerrado filas ante la situación. Reconocimiento a los compañeros del Carlos III que están trabajando sin parar 12 horas diarias para poner a punto tests, validar lo que todo el país va a utilizar en los proximos días. Hablo con alguno de ellos, están sobrepasados, nunca se les agradecerá lo suficiente, algunos están enfermando también. El comité de crisis lo ha reconocido esta mañana, también el presidente, es lo justo, nunca se ha hecho antes. Pero el Instituto no contrata gente, al revés despide gente a la que se le termina el contrato en vez de renovarlos, ¿a qué esperan? Estamos en manos de burócratas, el problema no es que no tengan corazón, es que no tienen cerebro.
Discurso del presidente, algo largo, necesario. Llegamos hoy a los 25.000 casos, anuncia lo peor, la semana que nos espera, pide que sigamos trabajando, que nos quedemos en casa, apela a la responsabilidad personal. Los mensajes de mis amigos y familiares médicos me cuentan escenas terribles. No es momento de caceloradas, lo siento pero no es el momento. Hoy y sin que sirva de precedente estoy con mi Presidente, no con las cacerolas.
Cena separados, bromas al otro lado de las puertas, pensando en lo que vamos a hacer cuando esto termine, los viajes, nuestras cenas, los abrazos. Menos fiebre. Descanso.
Me siento a escribir tarde, hoy no respondí a los amigos, relleno el blog, es el día de la poesía. Mensajes de cariño y ánimo. Esperanzas en barquitos de papel sobre un estanque agitado por el viento. Envío la propuesta del grupo anti-bulos, a las dos de la mañana Raquel Yotti me contesta a las cuatro, siempre ahí, siempre a la escucha aunque sea a un tipo tan insoportablemente crítico como yo, gracias jefa.
Escribo a ráfagas de ametralladora en el blog, con rabia y con compasión, con mi cerebro y con las tripas.
Porque cada muerto tiene un nombre, nada puede ser igual después de esta epidemia. Sería una ofensa a nuestros muertos, a los que luchan por la vida como mi compañera ahora enferma, por los hijos que vendrán, por este planeta que se desangra en incendios.
Todos nos desangramos en un incendio, la salud, la sociedad en que vivimos, la falta de contacto y abrazos, el silencio de los justos, las ofensas de los tontos, el mundo que no se detiene, como un corazón enfermo que late y late en mitad del fuego, las médicos y enfermeros acarreando cubos de agua frente a las llamas héroes en mitad de la derrota nuestra de cada día. Nada puede ser igual, nada debe ser igual, es muy alto el precio que estamos pagando.
Escribo en el corazón de las llamas. Sólo tengo las palabras contra este inmenso incendio.
Gracias Pepe y mucho ánimo para Cruz.El coraje lo tenéis sobrado.
ResponderEliminarGracias por tu humanidad,por tu rigor,por tu sentido del humor.
Abrazos
Teresa
Gracias Pepe
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