
Es un poema muy importante para mí y comparto con vosotros por qué lo es.
Dice así...
Sarinagara
Sólo rocío
es el mundo, rocío,
y sin embargo
Kobayashi
Isa
Hay poemas y textos que parecen escritos para uno mismo
desde otro lugar, desde otro tiempo, por otro poeta, un mensaje destinado a
encontrarme a través de todas las palabras.
Kobayahi Isa, ante la muerte de su única y adorada hija,
mientras su mujer lloraba desgarradamente,
escribió este haiku. Entre los más de 10.000 que escribió a lo largo de
su vida éste resuena como un suspiro. La
imagen de su hija es la del rocío, ese ser frágil que es alumbrado por la luz,
la humedad y el amanecer, una gota que vive y desaparece fugazmente cuando se
levanta el día.
Sólo rocío es el mundo, sólo rocío es su hija, sólo rocío cada
vida.
Pero el haiku termina de forma atípica, con un adverbio, “sarinagara” que
quiere decir “y sin embargo”.
Todo es leve, frágil, liviano, destinado a morir… “y sin embargo…”, “sarinagara”
Todo es leve, frágil, liviano, destinado a morir… “y sin embargo…”, “sarinagara”
Descubrí este haiku en un libro de Philippe Forest,
periodista francés que le da este título “Sarinagara”. Un libro en que habla de
Isa, pero también de Natsume Sôseki, creador de la novela moderna japonesa, y
de Yamahata Yosuke, el primer fotógrafo del ejército japonés que llegó a
Nagasaki 24 horas después de que estallara la bomba nuclear y tomó las imágenes
del día de después.
El libro de un escritor atormentado que acaba de perder a su hija de cuatro años sobre tres hombres que atraviesan la tempestad y la noche.
El libro de un escritor atormentado que acaba de perder a su hija de cuatro años sobre tres hombres que atraviesan la tempestad y la noche.
“Sarinagara”, escribió Kobayashi Isa en el siglo XVIII a la
muerte de su hija.
“Sarinagara” escribe Forest en 2009 cuando escapa a Japón
tras perder a su hija.
“Sarinagara” es el libro que yo leía en París en 2015 junto al
lecho de mi hijo enfermo.
Por eso este haiku es mío, porque Kobayashi Isa lo escribió
para mí y para Philippe Forest y quien sabe para cuantos más.
En las noches de espanto, en los amaneceres sin esperanza
recuerdo este haiku y recito como una plegaria, como un anhelo, como un
responso por todas las almas hechas de rocío… “sarinagara”.
Pepe Alcamí
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