Cuaderno de bitácora 9 de abril. El Desierto tras la Tempestad

Foto de Nikolas Noonan de Unsplash.com


Empiezo a encontrarme mejor y a estar más activo.

Hoy día de reflexión, muchos intercambios de opiniones con mis colegas, mucha lectura sobre el avance científico contra COVID-19, impresionante la cantidad de prototipos de vacunas en marcha, podeis verlo en este resumen de Nature Biotechnology Ensayos sobre vacunas contra SARS-CoV-2

Se que soy una parte muy humilde pero me siento orgulloso de pertenecer a esta comunidad de investigadores. En este grupo de científicos locos hay de todo, pero la proporción de gente inteligente y sobre todo la generosidad es superior a la media. Este artículo  El papel de la ciencia New York Times se hace eco del ingente trabajo que se está realizando en los laboratorios de todo el mundo, y sobre todo resalta el espíritu de cooperación. Con algunas excepciones no hay una ciencia nacionalista, nos sentimos todos partes de una gran comunidad, comprometidos como tantos otros oficios en encontrar una solución frente a esta terrible epidemia. Os aseguro que el esfuerzo está siendo increíble, único en la historia y me lleva a algunas reflexiones.

Dejemos  a los expertos que trabajen. No queramos ser nosotros los protagonistas si no estamos preparados. Según el artículo de Nature Biotecnology hay más de 50 prototipos de vacunas en estudio, casi 20 en fase preclínica y dos en clínica. ¿Tiene sentido seguir sacando prototipos con financiaciones misérrimas? ¿Tenemos alguna posibilidad? Es algo que deberíamos plantearnos antes de arrancar sin experiencia previa en virus respiratorios ni vacunas con una idea genial que ya se está haciendo por instituciones y compañías mucho más potentes y con mayor experiencia.

¿Qué debo hacer como investigador? Seguir trabajando en lo que conozco. Si quiero aportar algo en la investigación sobre coronavirus, que no sea por oportunismo, busquemos esos nichos en que somos buenos y que pueden aportar algo ya original, ya para resolver un problema práctico, o una técnica. En mi grupo hay investigadores excelentes en la generación de lo que llamamos pseudotipos virales, virus quimericos en que podemos expresar una proteína de otro virus. Otros son auténticos genios de la bioinformática y del análisis de secuencias virales. Con el esfuerzo de estos jóvenes y precarios investigadores estamos generando modelos que nos permitirán evaluar los sueros de los pacientes para valorar la presencia de anticuerpos que bloqueen el virus sin tener que utilizar condiciones de bioseguridad de alto nivel. Hemos iniciado dos proyectos aportando esta metodología. 

Pienso mucho en el día de después, le dedicaré mucho espacio en este blog. Nos vamos a encontrar con un país destruído económicamente, con una crisis social de primer nivel y quizás con una crisis política que lleve a la destrucción de Europa como proyecto. 

¿Qué será de la ciencia en el día de después? Ahora los científicos estamos en boca de todos los políticos, pero no me engaño y se que el día de después, a menos que peleemos mucho y de que los ciudadanos de este país nos apoyen esta vez de verdad, la ciencia no será -una vez más- una prioridad para nuestros políticos. Porque no hay solo investigación sobre COVID-19, este problema se solucionará, pero habrá todavía cáncer, enfermedades cardiovasculares, enfermedades raras, enfermedades neurodegenerativas y otras infecciones. En ese momento, cuando empecemos a salir de esta pesadilla, veremos lo que duran todas las alabanzas a los investigadores, y sobre todo cómo se traduce en los presupuestos.

Siempre lo digo, el invertir en investigación es un problema de fe. Cuando cuento a determinados gestores o políticos por qué hay que invertir en investigación me siento como un extraterrestre. A veces me imagino que me ven como un tipo con una bola de cristal que les dice lo que va a pasar. Si no crees en los adivinos, da igual el resto. Si no crees que la ciencia es inversión y no gasto, que es progreso, que sin ciencia no hay futuro, todo lo demás sobra. Queda feo decir que para qué vamos a invertir en investigación, pero si no se cree, si aunque no se diga, lo que realmente se piensa es que -como he tenido que escuchar a un parlamentario- "Esto es Las Vegas, no Boston", no tenemos mucho que hacer. 

Es tiempo de aguantar, de atravesar la tormenta, de estar junto a los que gestionan esta crisis que tanto dolor está causando, apoyando en decisiones duras, pero es también tiempo de pensar en el día de después, cuando salgamos del confinamiento, cuando regresemos al trabajo nuestro de cada día, cuando tengamos una vacuna y un fármaco que cure a los portadores de este virus maldito.

Ese día tendremos que empezar a reconstruir una sociedad, cada uno desde nuestro oficio, todos seremos importantes. Espero que los que nos dirigen estarán a la altura, los ciudadanos lo estaremos seguro, espero que los políticos no acaparen el protagonismo con sus peleas y apoyen a los ciudadanos que somos los que sacaremos este país sufriente del desierto que seguirá a la tempestad.


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